Resumen
Este es un email práctico y sencillo, dedicado a la energética de pedir algo. Es decir, para explicarme mejor, que vamos a analizar el proceso que se pone en marcha cuando deseas algo conscientemente.
Ya sabes, por el email #98, que tus pensamientos, tus sentimientos, tus emociones y tus sensaciones están asociadas a las cosas que deseas, y habitualmente todo ello se pasa sin que te des cuenta. Y la idea que exploramos y de la que partimos es que, aunque parece que no los puedes controlar, o que simplemente todo se produce por las circunstancias que vives, lo cierto es que son parte de tu reacción a lo que deseas.
Y esto es lo que voy a plantearte. Quiero que pienses en aprovechar eso, y en aprender a hacer el camino contrario.
Todo lo que vives se registra totalmente
Para empezar, quiero que seas consciente de que, ante las cosas que vives, siempre te posicionas. Puede que mantengas una “cara de póker”, y a los demás les parezca que no te importa lo que sucede, pero te posicionas. Puede, incluso, que ni te des cuenta, pero dado que tu inconsciente está constantemente recopilando información, él saca siempre sus conclusiones.
Antes de seguir, quiero pedirte que toda esa parte que te cuento en el resumen, y que exploramos como idea en el email anterior, la deberías revisar si no la has leído. En este email lo que te planteo explorar es otra cosa. Imagina que pudieras conectar en el otro sentido. Imagina que pudieras enviar información a tu inconsciente y hacer que él responda.
Eso es en lo que quiero que pienses, porque cuando deseas algo, y lo escribes, lo que sucede es que desencadenas una serie de reacciones que no te esperarías, y que envían un mensaje a tu inconsciente sobre lo que deseas. Como imagino anticipas, “la vía contraria” es muy sencilla.
Para comenzar, escribe
Todo proceso energético, para trabajar lo que deseas conseguir, empieza por que escribas lo que quieres. Y digo escribir, literalmente. No importa mucho lo que escribas, o si es más o menos específico. Tampoco si tiene fecha, o no la tiene. Eso, energéticamente, es irrelevante. Sin embargo, hay otras cosas que sí que importan.
Sucede que, cuando escribes, pones en marcha a tu Energía de Realización. Y tu intención es la llave que enciende ese motor. A partir de allí, es tu insistencia en lo que has escrito lo que mantiene el mensaje vivo. Insistir implica reutilizar tu intención, una y otra vez, como si fuera un martillo, que golpea y golpea en la energía. Es como en esas pelis en las que alguien pide auxilio por radio, y solo repite un mensaje. Ayuda, ayuda, ayuda.
El escribir, y luego insistir en lo escrito, produce un efecto amplificador del lado de la energía, que ayuda mucho, dado que el ruido que existe y acompaña lo que pides, suele ser más fuerte que lo que estás pidiendo.
Las palabras son símbolos
Imagino que mucho de esto puede sonarte extraño y hasta poco confiable. Pero resulta que lo que escribes funciona, porque lo único que tenemos claro es que tu inconsciente solo entiende de símbolos. Y esto puede que suene muy complicado, pero no lo es para nada.
Fíjate en esto. Si sabes escribir, puedes leer, identificar una oración de otra, y entiendes de qué van las historias contadas en un libro, entonces, sabes de símbolos. Piensa que sabes español, y aunque eso es, quizás, demasiado evidente, las letras son símbolos. En otras palabras, si sabes un idioma, ya sabes de símbolos.
Ahora mismo estas leyendo, y tratando de comprender lo que digo, porque sabes decodificar los símbolos básicos del español. Fíjate en algo en lo que casi nadie repara. Si te digo que “vivo en una casa de paredes blancas”, puedes cerrar los ojos e imaginar cómo son esas paredes. Es más, enseguida tu mente te responderá preguntándose si hay cuadros, puertas y ventanas. O si esas paredes de las que hablo son exteriores, como cuando buscas una dirección y te digo “es la casa de las paredes blancas”.
Tu energía solo responde ante símbolos
Igual que tu mente responde cuando dices “vivo en una casa de paredes blancas”, lo hace cuando dices “quiero una casa”, aunque no la tengas. Lo que pasa es que no lo hace tan intensamente cuando lo piensas, o cuando solamente lo dices. Lo que realmente le impacta es leerlo, porque las letras con las que lo has hecho son símbolos.
Y con ello empieza un diálogo. Tú dices que quieres la casa, y tu mente responde si la quieres grande o pequeña. De uno o de varios pisos. Luego, entran en juego otras partes de tu cabeza, que te preguntarán, por ejemplo, si la quieres al lado de tu madre. De paso, también te recuerda el estado de tu relación con ella. Esas son tus emociones.
También empezará el “comecocos”, porque otra parte de tu cabeza empezará a preguntarte cómo es que va a llegar esa casa, porque tú no tienes dinero para eso. Son tus pensamientos. Otra parte empezará a preguntarte si realmente eres capaz de pagar, o si te mereces tener una casa diferente a la que tienes porque, al fin y al cabo, eres una persona normalita. Son tus sentimientos. Mientras todo eso pasa, te da dolor de cabeza, palpitaciones, retorcijones de tripas, y tu estrés se dispara. Son tus sensaciones.
Escribe tus objetivos y aprovecha tu reacción
Y todo esto sucede porque escribiste la bendita frase. Escribiste que querías una casa nueva. Parece una tontería, pero no lo es. Por otro lado, toda esta información puede ser abrumadora, en función de lo que hayas escrito. Y cuando no entiendes lo que sucede, entonces el camino hacia conseguir lo que deseas se hace un poco más difícil.
Pero cuando lo entiendes, sabes que un objetivo es una forma infalible de crecimiento personal, porque tan pronto escribes algo, tu inconsciente responde, dándote una cantidad invalorable de información personal.
Gracias David!!! Me encanta!! 🙌🏼🙌🏼🔝🔝