Resumen
Aprovecharemos este email, muy cortito, para describirte un ejercicio que suelo hacer y que es muy sencillo y relajante. Se trata de una acción energética que puedes poner en práctica mientras viajas y te desplazas por lugares que suelen ser una maravilla.
Te permite utilizar la energía de un lugar, de unas vistas, de paisajes y parajes que te resulten hermosos, y por los que sientas una atracción especial. Esa sensación positiva que aparece cuando ves o estás en un sitio así, es la traducción de la información del propio lugar, que tu cuerpo reconoce, y que si te gusta es porque contiene aspectos que tu cuerpo necesita. Aprovéchalos.
Lo que tienes que hacer
Esta vez voy a seguir un orden inverso en la explicación que quiero darte. Empezaremos, primero, con el ejercicio mismo, con lo que tienes que hacer cuando estés en el lugar que te guste.
Mira el lugar, observa todos los detalles que te gustan, pero sin dedicarles mucho tiempo.
Cierra los ojos y trata de crear la misma imagen en tu mente.
Repite estos dos pasos anteriores hasta que obtengas una imagen más o menos clara en tu cabeza de lo que estás viendo. Tómate tu tiempo.
Cuando la tengas, con los ojos abiertos o cerrados, crea una bola imaginaria de energía entre tus manos que contenga a eso que ves.
Lleva la bola imaginaria, que ya tienes entre tus manos, al nivel de tu boca y sóplala suavemente hacia el cielo.
Mientras la bola flota hasta desaparecer, da las gracias.
Haz una respiración profunda y absorbe el paisaje que tienes delante, metiendo esa energía en tu cuerpo y repartiéndola por dentro.
Ya está. Deberás abandonar el lugar enseguida.
Un lugar que te gusta
Este es un ejercicio que puedes hacer en un sitio que no esté lleno de gente, aunque sí puedes incluir plantas y animales. Cuando me refiero a un lugar, unas vistas, un paisaje o un paraje, quiero decir a que éste está dentro de la naturaleza. Probablemente habrás llegado hasta allí caminando, y puede que lo conozcas, o no, y lo acabas de descubrir.
Claro que a veces sucede que vas en coche y ves, desde la carretera, una imagen increíble. Entonces, si puedes, detienes el coche y haces tu ejercicio. No lo hagas, jamás, conduciendo. Porque durante el tiempo que estés dentro de la acción, vas a querer tener todos tus sentidos centrados en la jugada, para sacar el máximo provecho al momento.
Pero es importante, muy pero que muy importante, que no haya personas en el lugar con el que quieres trabajar. Ya sabes que, si incluyes a terceras personas en tus trabajos energéticos, los retornos negativos son brutales, porque te conectas con las cosas que esas personas no tienen resueltas, y te pasarán la factura a ti. Y por si lo dudas, si hay casas o un pueblo, el lugar no te sirve para hacer el ejercicio.
Dando las gracias
Es importante que agradezcas antes de inspirar los aspectos que te correspondan de un paisaje, o de ese lugar especial que te gusta. Agradeces a lo que ─o a quien─ te parezca, porque eso no afecta al ejercicio, que está creado para que puedas conectar con las cosas en las que crees y que son importantes para ti.
Desde luego que no espero que me salgas con una chorrada como que “yo no creo en nada”. Porque mi respuesta, sin delicadeza, sería preguntarte que demonios haces leyendo esto. Entiende que este boletín es para gente curiosa que quiere llevar más allá los límites de su potencial mental, dejando atrás sus rabias y sus miedos.
Pero es posible que estés en ese limbo por el que muchos pasamos, y durante el cual te tomas un tiempo para separar, en tu cabeza, todo lo que es espiritualidad de religión. No tiene nada que ver una cosa con otra. Pero, volviendo al tema, si estás en esa disyuntiva de no saber a quién darle las gracias, puedes optar por dárselas al lugar, a la naturaleza o al planeta mismo, por crear tan semejante sitio.
Lo que pasará después
Puede que no vuelvas más al lugar, así que nada que decir. Puede que sea un lugar al que siempre vas, porque le conoces y te gusta mucho. Puede que te aficiones a él tanto, que vuelvas varias veces. O puede, incluso, que termines por desconectar con ese lugar, aunque lo conozcas y te guste, y ya no te apetezca más volver por un tiempo.
Se congruente con lo que te pida el cuerpo. No trates de racionalizar lo que sientes, porque este no es un ejercicio para ti, sino para él. Es algo que agradecerá y que te hará sentir alegría, cosa que ahora mismo es muy necesaria para asegurar tu correcta adaptación a los cambios que se están dando y que empiezan ya a afectarnos.
Este es un ejercicio ideal para combinar con el del email #128, porque aquel trata de una acción energética más mental, mientras que ésta es más física.
Este ejercicio sí que es una maravilla… Estoy deseando probarlo, gracias!
Pero antes, unas dudas:
- en cuántos metros no debe haber nadie?
- entiendo que hablamos de personas del lugar, pero tampoco valen los propios acompañantes, como un marido?
Pregunto todo esto porque he querido ponerlo en práctica en lugares paradisíacos en nuestro viaje a Senegal, pero me da la impresión de que tienen que ser sitios que estén desiertos y a los que además por alguna razón llegue yo sola?
Este ejercicio no se puede hacer dentro de un pueblo aunque no haya casas ni personas cerca?