Este email es el que correspondía enviar el sábado 24 de septiembre de 2022.
Resumen
Aprovechando el momento que vivimos, te quiero hacer pensar en una idea tranquilizadora y esperanzadora. Identificar tus objetivos, separándolos de las metas, es la mejor manera de no estresarte en el camino de realizar tus deseos.
Separar metas de objetivos no es algo que puedes hacer a la primera, sobre todo si lo que quieres lograr no lo has hecho nunca antes. Así que será bueno entender la diferencia entre ambos. Una meta es el fin de una acción, clara y definida. Un objetivo es una descripción del objeto que quieres conseguir, en sí mismo.
Un objetivo no incluye la manera en que vas a conseguirlo. Una meta es la descripción detallada de cómo hacerlo, de conseguirlo. Energéticamente siempre nos enfocamos en el objetivo, y jamás en las metas.
Un aeropuerto como ejemplo
Mientras estoy en el aeropuerto miro gente pasar y escucho “Smile” en la versión de Arturo Sandoval. Las imágenes no coinciden con la música, demasiado melancólica para el lugar. Todo está lleno de gente con prisa por llagar a sus puertas de embarque. Y de gente perdida, tratando de leer los anuncios que les ayuden a llegar a sus maletas.
No hay como un aeropuerto, y buena música, para aislarte un poco, y aprender un montón sobre lo que significa tener objetivos. Casi nadie se da cuenta de que el tener un objetivo es lo que hace que te muevas, a veces corriendo, porque sabes que tienes que seguir las señales, y otras veces te obligan a detenerte, simplemente, porque no las encuentras.
Pero fíjate bien. Una persona, corriendo hacia la puerta por la que embarcará su avión, no tiene eso como objetivo real. Su deseo es llegar al destino final. Comprar el billete, ir al aeropuerto , estar en la puerta de embarque que corresponde y tomar el avión, no son sus objetivos. Son las cosas que tienen que suceder para que su objetivo se cumpla.
Por otro lado, una persona que acaba de llegar a un aeropuerto que no conoce, está perdida. Así que tiene que ir más lento de lo que le gustaría, porque tiene que fijarse en todo. Necesita saber por cual puerta debe salir, porque debe recoger su maleta. La puerta, pues, no es su objetivo. Tampoco lo es el recoger su maleta, sino llegar a donde vaya.
Tus objetivos no son tus metas
Cuando comienzas a escribir tus deseos, convirtiéndolos en objetivos, es más que probable que muchos de ellos no sean objetivos reales. Son, más bien, metas. Son como “lugares de paso”. Son situaciones por las que tienes que pasar para llegar al final, que es donde termina tu viaje.
Por ejemplo, una madre que tiene hijos pequeños, tiene como objetivo final que ellos estén protegidos, que tengan lo que necesitan para vivir, y prepararlos para que sean lo más independientes que puedan en el futuro. A partir de allí, la escuela, la ropa, la comida, la diversión, las vacaciones y todas esas cosas en las que pensamos, no son más que metas en el camino.
Fijarte en la meta es enormemente estresante. Si existe “el diablo” está en las metas, porque ellas están llenas de detalles. Cuando logras identificar un objetivo, el camino se hace mucho más flexible, porque las metas no son importantes.
Un objetivo no cambia, las metas lo hacen siempre
Mira este ejemplo. Mientras veía ayer, en la televisión, los informativos sobre los efectos de la tormenta Herminia, preguntaron a una mujer cómo lo había vivido. Estaba en el aeropuerto. Desesperada, cabreada, cansada y con ganas de llegar a su casa, en Galicia. Había dormido en el coche, en el aeropuerto, porque pensó que habría menos riesgo por estar allí 24 horas antes.
Se fijó en su meta, pero no en su objetivo, que era llegar a Galicia. Si hubiera pensado en Galicia, se habría quedado en su hotel, dormido bien, desayunado bien y, luego, llegado pronto al aeropuerto. Llegar 24 horas antes al aeropuerto no iba a hacer desaparecer a Herminia. La tormenta no era su objetivo. No tenía nada que ver con ella.
Claro que seguí viendo más. La tele no se quedó allí, no por Dios. Todos los entrevistados eran personas cuyos vuelos habían sido desviados desde el aeropuerto del norte hacia el del sur. Un caos. Sufrieron mucho, realmente algo que no es agradable de vivir.
Esto es lo que sucede, cuando en tu camino hacia lograr algo, tus metas tienen que ser cambiadas. La mayoría de los que estaban en el aeropuerto esperaban en calma, echaban chistes sobre la situación y descansaban tirados en el suelo. Porque entendían que no estaban allí porque alguien hubiera hecho algo mal, sino por Herminia.
Persigue objetivos y te lo pasarás bien
Estos no confundieron al objetivo, que era llegar a casa, con la meta que era esperar a que su avión despegara. Y, cuando lleguen a su aeropuerto de destino, cogerán sus maletas. Y cada quien tendrá mil caminos para llegar a su destino final. Puede incluso que, después de recoger las maletas, tengan un largo camino a casa. Pero no por eso tienen que maldecir cada cambio en las metas. Porque sus objetivos siguen allí, esperando.
A lo que voy es que pienses en cuántas veces le echas la culpa a alguien porque una meta no se cumple. O, peor, te culpas a ti por ello. Sin darte cuenta de que eso es solo una meta y, que por tanto, puede cambiar y cambiará.
Pero tu objetivo te espera, siempre. Y lo hace porque solo tú pudiste imaginarlo así. Solo tú lo viste y lo creaste de la manera que es, y el modo en que se puede materializar. Como dice la canción “Sonríe”, que escribió Charlie Chaplin después de su experiencia vital en Bali, “sonríe aunque te duela el corazón. Sonríe aunque la lágrima esté a punto de caer. Descubrirás que la vida sigue valiendo la pena, si sonríes”.
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A tenerlo presente
Una meta es el fin de una acción, clara y definida. Un objetivo es una descripción del objeto que quieres conseguir, en sí mismo.
Muy aclaratorio este correo. Gracias