46. Los objetivos son faros en tu camino
Establecer objetivos y separarlos de tu estrategia emocional
Resumen
Este es el último de tres emails consecutivos dedicados a los objetivos, y hemos acordado que a los efectos de lo que vas a leer, un objetivo se refiere a lo que deseas, puesto por escrito.
Comenzamos por decir que tus objetivos no son inamovibles. Este es el primer punto que debes tener en cuenta. Claro que no se trata de ir cambiándolos todos los días. Pero un objetivo bien puesto, con una fecha para lograrlo puede no ser conseguido. En ese caso te paras, respiras y piensas si debes cambiar algo o si debes insistir o no.
El segundo punto para tener en cuenta es el peso del colectivo. En ese sentido debes entender lo que es el “lenguaje colectivo” y lo que es el lenguaje que puedes y debes utilizar tú. Cuando nos referimos al colectivo es bastante normal referirse a “la media” de las cosas. Eso da al grupo social en el que te mueves una idea bastante ajustada de hacia dónde se mueve. Pero “la media” de algo no es lo que todos los individuos hacen, sino la resultante de que cada uno lleva su propio camino.
Así que el insistir o el cambiar un objetivo es algo que debes decidir tú, teniendo en cuenta que todos los humanos, la inmensa mayoría de las veces, sigue un camino en zigzag para conseguir lo que quiere.
Los otros emails de esta serie
Las etapas de trabajo con los objetivos
Ahora, teniendo en cuenta estos dos extremos que son el dolor de cabeza de toda persona que trabaja con objetivos personales sin terminar siendo un robot, abordemos el hecho de tener que trabajarlos.
Me explico mejor para que estemos de acuerdo en las palabras, porque cuando en un email yo te digo que “tienes que trabajar tus objetivos”, debemos estar de acuerdo en referencia a lo que me estoy refiriendo. Es importante, para el resultado final, que deje claro lo que significa eso de trabajarse un objetivo. Así que desde el punto de vista del trabajo que te propongo hacer, diríamos que hay varias etapas que vamos a enumerar:
Escribirlos
. Si no está escrito no existe. Tu mente utiliza muchos recursos para poder imaginar y escribir lo que deseas, lo que implica que tienen que aparecer nuevas conexiones si no existen, mejorando los procesos de tratamiento de toda la información relacionada que está dentro de tu cerebro.
Tu actitud mental.
No basta con repetirte “lo voy a lograr”. “Lo voy a lograr”. “Lo voy a lograr”. Necesitas hacer que tu cabeza comparta esa actitud.
Insistir.
No vale solo con que tengas unas buenas ideas metidas en la cabeza, tendrás que enfrentarte al hecho de que existen dificultades en el proceso de crear lo que quieres.
Nuevas rutinas.
Incluir en las rutinas habituales de tu día a día nuevas actividades que te dirijan hacia tus objetivos porque eso ayudará a tu cuerpo a eliminar sus fijaciones a viejos hábitos asociados a lo que ya has conseguido.
Revisa.
Revisar constantemente y mantener al día los objetivos es vital para que estén completamente alineados contigo, lo que significa que se siguen ajustando a ti y a lo que quieres.
Agradece.
Sentir y mostrar tu gratitud por cada cosa que suceda relacionada con tus objetivos es positivo; sea que esas cosas te alejen o sea que te acerquen a ellos, lo que debe importarte en realidad es que no sabrás los resultados sino hasta el final.
Celebra.
Debes dejar claro a tu mente que ha llegado el final de cada objetivo, sea porque lo dejas o sea porque lo consigues.
El objetivo es el faro en el camino
Puede que algunas partes de la lista anterior te parezcan más lógicas y otras no te lo parezcan tanto. Por eso voy a insistir en un punto que me parece crucial en todo esto, que es el que eres homo sapiens y por eso no te pones un objetivo para lograrlo, sino para que te muestre el camino.
Lo que te sucederá es que mientras vivas, el alcanzar un objetivo no significará mucho porque para cuando eso sucede ya tienes otros en mente, que seguro que ya están escritos y puede que te interesen más.
Suelo imaginar que esto de ponerse objetivos es como cuando conduzco por una autopista iluminada por la noche. De pronto una farola ilumina mejor una zona, pero puedo ver la siguiente y la siguiente. Y aunque una bombilla estuviera apagada, creando una gran zona oscura en la vía, la verdad es que como muchas otras están encendidas, el estrés que eso me produce es mínimo.
Además, con suerte, la visión del tramo iluminado de la autopista es largo y puedo incluso ver las curvas por las que tendré que pasar mientras me mantenga dentro de ella. A veces paro porque necesito repostar o porque necesito ir a visitar al señor Roca, o tomar y comer algo. Pero las farolas estarán allí cuando vuelva al camino.
Es cierto que en algunos momentos las circunstancias van a cambiar cosas en tu vida y tu lista de objetivos se vaya parcial o totalmente al traste. Pero eso solo significa que has cambiado de autopista. Vuelve a empezar, porque los objetivos son tus compañeros del camino. No son ni el camino ni tampoco el destino.
Lo emocional del objetivo
Asumida toda esa parte, volvemos a lo que deseas. Imagino que querrás lo mejor de lo mejor. Sobre eso no cabe duda. Pero suele suceder que equivocamos al objetivo mismo con la valoración emocional que hacemos de él. Voy a expresar mejor la idea sobre este tema. Cuando dices “quiero disfrutar” se trata de una valoración emocional. Pero cuando dices “quiero un ingreso” o “quiero un aumento de ingresos”, hablas de un objetivo.
Hay cosas que no querrás mezclar nunca o no vas a tener la sensación de logro. Esa sensación proviene solo de conseguir cosas materiales. Pueden ser tangibles como un ingreso o como un nuevo móvil o un coche. O pueden ser cosas intangibles como tener una relación o una idea de proyecto que comienza. La idea es que llames objetivo a cosas que son reales, cosas que existen en 3D, fuera de tu piel y que no tienes, pero que puedes conseguir.
Desde luego que “disfrutar”, “ser feliz” o “tener alegría en mi vida” son cosas reales para ti. Pero son internas. Pasan dentro de ti, no fuera. Ponerte un objetivo como “ser feliz” en el trabajo no tiene mucho sentido porque tus ingresos dependen de tu trabajo, y eso afectará negativamente tus resultados. No me imagino un autónomo diciendo a sus clientes, “yo les vendo felicidad”. Eso sería la ruina automática.
Esto no significa que no puedas “ser feliz”, pero serlo mientras consigues tu objetivo es una estrategia, no el objetivo mismo. La diferencia es sencilla. Un objetivo es algo que no tienes, que está fuera de ti y que puedes conseguir planteándote el tiempo razonable para hacerlo. Una estrategia es algo que aprendes a hacer. Aprendes a ser feliz, a sonreír y a disfrutar de la misma manera que aprendes a enfadarte y a sufrir. Son comportamientos, tus reacciones a las cosas que te suceden.
El objetivo como camino
Por esa razón es que deberías aprender a ver tus objetivos como las farolas que iluminan el camino que es toda tu vida. Mientras pones tus objetivos y haces esfuerzos para lograrlos, descubrirás cosas sobre ti, porque reaccionas de maneras muy específicas ante los retos que te plantea el conseguir lo que quieres.
Es a esas reacciones a las que te refieres cuando te planteas “ser feliz”, y eso no tiene nada que ver con el objetivo mismo. Es decir, si te agobian las cosas en general lo que sucederá es que al ir por tu objetivo no será diferente. Sentirás agobio. Si tienes miedo en el cuerpo, cuando vayas a por tu objetivo sentirás miedo. No funciona al revés. No es que el objetivo te da miedo. Es que sientes miedo, porque lo tienes metido en el cuerpo antes de ir a por tus objetivos e igual no se veían.
Fíjate bien en esta idea. El miedo, la alegría o la felicidad te salen de adentro. Eso está claro. Pero resulta que “salen” como una reacción no controlada. Cada vez que vives algo tu reacción “automática” es la aprendida. Lo bueno es que ante las reacciones aprendidas cabe aprender a reaccionar de otra manera. Por ejemplo. Si ante algo sientes miedo, aprende a reír.
Al principio no será sencillo porque tu reacción natural será la aprendida, la que siempre sale. Pero si paras, respiras y piensas en tu reacción “automática”, entonces puedes imponerte la nueva enseguida.
Por ejemplo, cuando sientes miedo paras, respiras, y piensas “esto que siento es miedo”, y luego estiras los labios como si te quisieras reír. Tu cuerpo y tu mente se sentirán muy raros y puede que incluso te paralices unos segundos por la confusión que produce la nueva orden. Pero si lo repites, te encontrarás, en un tiempo, riendo ante cosas que antes de daban miedo.
Si sientes rabia, pues paras, respiras y piensas “esto que siento es rabia”. Y te pones a saltar como si estuvieras jugando o haces un gesto que te parezca ridículo. Repite y verás lo que sucede.
Claro que esto no sustituye la ayuda de los profesionales, porque hay veces que estos comportamientos son verdaderamente complicados y necesitas ayuda. Pero si no es tu caso, con un poco de ejercicio de este tipo podrás ver cambios extraordinarios en tu comportamiento hacia los retos que traerán consigo los objetivos que te propongas.
Esta es la razón por la que “conseguir algo” no es una simple línea recta entre el lugar en el que estás y el lugar en el que quieres estar. Eres una persona, con un bagaje y una experiencia que es la que determina tu manera de reaccionar. Y está bien y es normal que lo hagas de la manera en que lo haces. Por eso conseguir algo te hará cambiar, para que eso que quieres se ponga al alcance de tu mano.
Como dice David Epstein en su libro “Amplitud”, “compárate con tu yo de ayer”, porque “cada uno progresa a un ritmo diferente”. Y cuando diga “trabaja tus objetivos” casi siempre me referiré a las emociones que aparecen mientras estás en camino de conseguirlos.
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