31. Realidad, imagen y cambios
Lo que "ves" de algo que sucede es lo que te ayuda a ti a resolver cosas
Resumen
Tu cabeza, por muy normal que te parezca que es, sabe lo que hace. Es más, lo interesante y novedoso de nuestros tiempos es que eso de saber que “tu cabeza sabe lo que hace” es justamente lo genial, porque resulta que su capacidad de adaptarse a ti y a tus reacciones en la vida es brutalmente gigante y te hace normal.
¡Sí, sí! Tu cabeza está diseñada para ayudarte a tener éxito en tu vida y lo hace resolviendo, siempre, los problemas que le planteas.
Ya sé que es más que probable que esto te suene a pura fantasía, pero eso es solo porque todavía no eres capaz de darte cuenta de semejante acto de magia. Me explico, tu cerebro es tan, pero tan capaz, que si lo que quieres es “no verte”, pues en eso ocupa su energía. Si le dices “quiero la verdad”, te la dará.
Es más, te digo algo, si lo que quieres emprender un camino hacia el desarrollo de tu espiritualidad, o quieres actualizarte dentro de ese camino, lo verdaderamente rompedor y disruptivo está en que entiendas que lo que percibes en tu vida es lo que es real para ti, pero a la vez tienes que aceptar que lo que es real no necesariamente es verdad.
Fíjate bien en dónde está la magia: lo que es real para ti es justo lo que necesitas para resolver las situaciones a las que te estás enfrentando día a día en tu vida y tu inconsciente trabaja codo a codo con tu mente para crear esa realidad y hacerte normal. La verdad es innecesaria en este proceso.
¿No es maravilloso?
¿Qué es la realidad?
Así que lo que haremos esta vez es un básico.
Vamos a definir lo que es real y establecer por qué eso que es real para ti es lo único que es útil y que la verdad, para vivir, no te sirve de nada.
Ya sé que te han dado la vara toda tu vida diciéndote que la realidad es el universo visible, que es exactamente lo que ves y oyes y no lo que fantaseas o lo que alucinas. Es más, la especie homo sapiens dedica una gran cantidad de recursos para convencer a los individuos que la forman de eso, es a lo que tú y yo llamamos educación.
Aquí es donde tu conspirador interior salta y dice “¡ves, tenía razón!”
Y no hablamos de conspiraciones, sino de educación que es, por definición, el conjunto de los recursos destinados por la sociedad en la que vives a desarrollar tu intelecto, tu moral y tu capacidad afectiva y a alinearte con la cultura y las normas de convivencia que son comunes.
El homo sapiens necesita la educación porque es el único proceso que conocemos para poder ponernos de acuerdo; es una capacidad evolutiva que nos ha dado una ventaja extraordinaria en este planeta.
Pero ¿qué tiene que ver esto con la realidad? Pues todo y nada. Todo, porque tu realidad es aprendida. Nada porque tu realidad no es la verdad, sino lo que “escoges” de ella para crear las soluciones que te vienen bien para resolver tus cosas.
Pero entonces ¿hay una verdad?
La verdad existe, pero es inútil para ti. Solo con ella morirías en dos minutos.
Fíjate en este ejemplo: yo te digo que las paredes de tu casa están formadas de electrones que se mueven y que la mayor parte de la pared está vacía; que la pared se mueve y no es sólida es una verdad. Leíste bien: la verdad es que hay más vacío que materia en las paredes de tu casa. Pero eso no es útil para vivir, por eso se te enseñó que, si te golpeas contra una, te haces daño. Eso es real.
¡Y como vayas en un coche, ni te digo!
La realidad es algo que depende totalmente de tu mente, que la construye para que puedas satisfacer tus 6 necesidades básicas: alimentarte, reproducirte, vestirte, pernoctar, defenderte y trascender. Así que podemos decir, sin miedo ninguno, que la realidad es práctica y útil, pero no es la verdad.
Lo que crees real lo es porque es práctico y útil para ti, pero cuando esa realidad no sirve a mucha gente se desecha, entonces se convierte en mentira, chisme o propaganda. Ahí está la conexión con la educación: no se educa a nadie para que se convierta en un ermitaño en la montaña, se le educa para que aprenda a construir realidades que sean asumibles para los demás, y ese es el éxito del homo sapiens como especie.
¿Y por qué esto es así?
Antes de ver el por qué vamos a establecer un principio de trabajo, para que puedas hacer útil toda esta información:
Diremos que la realidad, práctica y útil como es, es producto de tu imaginación.
Ya ves, una idea sencilla y provocadora a la vez.
Fíjate en algo: ¿te has despertado alguna vez, con angustia y respirando como si no tuvieras aliento? Eso es, un mal sueño. ¿Alguna vez te has despertado por una pesadilla? Y una pregunta más ¿no te has alegrado de que solo fuera un sueño? Bueno, quizás tu primera reacción fuera negativa, pero a los segundos de haber abierto los ojos y recuperado el control del movimiento de tu cuerpo has pensado ¡joder, vaya mierda de sueño!
Aquí va una verdad: resulta que las reacciones dentro de tu cabeza, que son químico-eléctricas y que se producen cuando estás durmiendo, cuando sueñas, fantaseas o alucinas, son las mismas que las que se suceden cuando sí que experimentas dichos episodios mentales cuando estás consciente y con los ojos abiertos.
Claro que ahora te preguntas ¿Cómo es que un cerebro determina lo que es real y lo que no si sus reacciones son las mismas?
La respuesta es brutal: no lo sabe. Lo único que determina que estés despierto o no es que incluyas a tu cuerpo, conscientemente. Por eso necesitas educación, porque tu cuerpo es lo único que te conecta con “los demás”, y para eso se requiere un lenguaje corporal que sea común o no eres “aceptable”.
¿Y cómo puedes aprovechar esto?
A aprovechar esto se aprende. Insisto de otra manera, para entendernos: acepta, adáptate, agradece y aprovecha que lo que ves o sabes es inexacto.
Para ayudarte a llegar al final del proceso, que es aprovechar, te cuento esto: los antiguos asiáticos llegaron a la misma conclusión y la técnica que diseñaron para aprovechar esto lo llamaron meditación. Pero no sé si sabes que los cristianos también lo hicieron, y lo llaman contemplación.
Ahora fíjate en la parte práctica: lo que haces cuando meditas o contemplas es imaginar.
Meditar, contemplar o, más modernamente el “mindfulness” o “las visualizaciones” son conceptos acuñados por religiones o por la industria comercial para poder referirse al proceso mental de utilizar imágenes que has memorizado para crear nuevas que emergen de tu propio mundo interior, de tu inconsciente.

De lo anterior solo hay una parte con la que quiero que te quedes: la verdad es que hay una parte de tu cabeza que se dedica a almacenar imágenes, que luego mezcla y remezcla para crear nuevas, que también son almacenadas en lo que tú llamarías “tu memoria”. Es a ese proceso al que llamamos comúnmente “vida interior”, cosa que tú y yo queremos convertir en espiritualidad, es decir, en soluciones a tu necesidad de Trascendencia.
Imaginar aprovechando
Claro que también imaginas cuando, al hablar con alguien por teléfono, empiezas a maquinar, dudar y a darle vueltas a la conversación en tu cabeza. ¿Te sorprende? Has hablado con alguien y resulta que, cuando cuelgas el teléfono, recreas la conversación imaginando cosas que hacen que se cree otra nueva conversación en tu cabeza.
Si pregunto luego a ambas personas lo que se habló, sus versiones no coinciden.
Ahora, como sabes que eso va a suceder inevitablemente, lo que tienes que hacer es utilizar tu conciencia para dirigir esa creación de nuevas imágenes hacia algo más constructivo que te ayude a ti y al otro a ganar.
Crea imágenes en las que todos ganan, resuelven y tienen lo que quieren, necesitan y pueden.
Esto puede suceder porque cuando repasas algo en tu cabeza lo que estás haciendo es crear una visión psíquica que te permite crear los puentes que necesitas, entre tu inconsciente y tú, para que él pueda ofrecerte toda la información que tiene pero que, aunque quiere ofrecértela, no tiene otra manera que creando esas imágenes.
Te lo digo de otra manera: cuando imaginas, tus neuronas se activan, y esas imágenes que se crean no son ni aleatorias ni accidentales, esa es la magia. Esas imágenes las crea tu inconsciente para decirte cosas que tú, conscientemente, no puedes desentrañar a la primera.
¿Y cómo sucede exactamente?
Normalmente, para compensar la información no resuelta que te envía tu inconsciente, tu consciente reacciona de una manera específica: asombro, perplejidad, risa, disgusto, etc. La reacción es, siempre, personal y nada tiene que ver con las relaciones que mantenemos con terceras personas, sino con nuestro inconsciente; es él quien, al hablarte, produce esa reacción en ti y eso es lo que llamamos “normalidad”.
¡Pum! Y tu cabeza estalla. Paciencia, estamos cerca de completar la idea.
En el resumen, al principio te decía que tu cabeza sabe lo que hace y eso es lo normal ¿Y qué es “lo normal”? Bien, imagina que estás triste ¿Qué significa eso? ¿Significa que tienes languidez, o peor, depresión? ¿O que tienes algún tipo de desequilibrio neuroquímico?
Nada de eso. Voy a generalizar ahora para explicarme mejor y completar la idea:
La inmensa mayoría de la gente te muestra algún tipo de rasgo extraño, algo que no puede ser tomado como normal, como enfadarse mucho o estar lánguidos o tristes mucho tiempo. Ese rasgo puede, incluso, hacer sufrir a esa persona, pero ¿es eso realmente negativo?
Lo que sabemos es que es un estado específico que le está protegiendo de cosas dolorosas que le están afectando y que nadie puede, a veces, ni imaginar. Algunas veces te encontrarás con personas cuyo estado es tener un temperamento optimista que les ayuda a superar situaciones que al resto nos afectarían sobremanera.
Estas son las soluciones que les aporta su inconsciente, y a ti también te pasa.
Lo que resulta, y ahora volvemos a ti, es que podríamos decir que en tu cabeza hay una enrome cantidad de imágenes que se están creando constantemente y de las que tienes referencias solo por “como te sientes”. Por eso lo de crear imágenes es tan personal, porque cuando quieres crear un punto de referencia tienes que preguntarte cómo responde tu cerebro a ciertos estímulos para poder saber lo que es normal para ti.
Normal puede ser cabrearte, porque eso te ayuda. O puede ser amar, odiar o tener una actitud mental positiva. Si tu inconsciente cree que te ayuda, así sucederá.
Ahí es donde comienza tu trabajo. Dado que puedes influir en crear nuevas imágenes lo que puedes hacer es pedir a tu inconsciente modificar tu normalidad de forma que te ayude mejor y, sobre todo, sin despojarte de lo que te hace una persona única y especial.

En ese cambio que implica imaginar conscientemente deberás pedir en tus imágenes que se incluyan las partes esenciales de su propio ser.
Se trata de que seas más tú, siempre.
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