26. Rutas, Cuidadores y Mundo Paralelo
Identificar los cambios implica poner nombre a lo que sucede
Resumen
Todo eso de poner y poner nombres es un fallo del sistema y culpa de Adán, el que fue marido de Eva. Sucedió que, al principio, ese hombre estaba aburrido y se volvió loco; no sabía qué hacer y se dedicó a conocer e identificar a todo lo que veía. Era imparable e insaciable y quería nombrar todo hasta que conoció a Eva. Entonces se dedicó a otras cosas. Un tema de nutrición o algo así.
Al final todos sus herederos aprendimos a hacer lo mismo, pero peor.
Con tanto “copia y pega” hemos terminado por degradar el archivo “nombrar todo” original que él nos heredó, así que ahora tenemos fallos y eso hace que en algunas ocasiones nombramos las cosas y en otras no. Alguno insiste en decir que hemos llegado tan lejos que, incluso, a veces con una sola palabra nos basta para definir muchas cosas diferentes, como pasa con la palabra “energía”.
No me extraña que a los que utilizan esa palabra para todo les llamen “flipados”, porque “nombrar”, nombra, pero no ayuda mucho a hacer entender de qué va.
Por eso lo primero es poner nombres, y de "eso es de lo que va este email.
Como todo cambio, el que estamos viviendo necesita de explicaciones y más explicaciones, porque es importante aclarar todas las lagunas que se generan en tu cabeza en torno a qué es lo que ha pasado para luego poder trabajar tus propias cosas. De lo que va, en pocas palabras, es de nombres y de la necesidad de identificar y separar unas cosas de otras, para poder controlar mejor el proceso.
Nombrar y su importancia espiritual
Se trata de entendernos, y es un gran problema eso de “entendernos” ¡Cuántas veces nos curramos escoger las palabras adecuadas para explicar una cosa y luego resulta que no significan lo mismo en la cabeza del otro, y terminamos como el rosario de la aurora!
Las palabras importan e importan mucho.
¿En qué piensas cuando lees la palabra “energía” en este email? Si imaginas una especie de rayo que se mueve en el vacío, estás en línea con la mayoría.
Algunos modernos, sobre todo los metafísicos, llaman a las energías más importantes de sus enseñanzas “Rayos”. Los griegos antiguos también imaginaron a “las energías” como rayos y en la biblia se utiliza esa palabra para definir a los poderes celestiales.
Pero si yo te digo que las energías son, todas, necesariamente burbujas como orbes, me salgo de lo normal y ya no coincido con lo que la mayoría de las personas entienden ancestralmente por “energía”. De manera que, cuando lees algo sobre espiritualidad, ¿cómo sabes de qué se habla exactamente?
Ay las palabras.
Si hay un cambio ¿Cómo lo registras?
Lo que tienes que saber es que las palabras tienen una carga ancestral, por eso suceden esos malos entendidos, porque lo que recuerda una persona al oír una palabra nunca es es lo mismo que recuerda otra.
Pero avancemos, para comprender mejor.
Fíjate en algo: las palabras son espacios, son contenedores de ideas y resulta que al nombrar una idea ésta se solidifica. Cuando escoges nombrar algo con una palabra, la encierras, la acotas y la limitas. Y eso es importante porque es lo que necesitamos y buscamos conscientemente para poder manejar las cosas.
Puede que en algún momento de tu vida, y en ciertas circunstancias, quieras evadir definir algo y no ponerle nombre. Pero en lo que se refiere a tu trabajo energético lo inteligente es sí hacerlo, porque al definir algo es como logras moverte, como evolucionas y como resuelves tu necesidad de Trascender.
Y la razón por la que esto sucede es porque defines el camino a seguir al poner nombre a lo que está pasando y a cómo controlarlo.
Registras los cambios poniendo palabras
Como lo que sucede, energéticamente hablando, es que en tu vida las cosas cambian muy a menudo, debes aprender a reconocer, a nombrar y a manejar esos cambios, porque la vida deja de ser plana y lineal para alguien que trabaja su espiritualidad.
Cuando decides trabajarte tu espiritualidad lo que quieres resolver tu necesidad de Trascendencia; esa que aparece porque la vida está llena de cambios a los que necesitas conocer, delimitar e ir más allá de los límites que los cambios te imponen y, además, debes hacerlo de forma consciente para poder entender los efectos que todo ello puede causar en tus cosas y en tu vida.
Y ahí entran las palabras. Con ellas identificas períodos, ciclos, fases y etapas, porque la manera de registrar un cambio es nombrándolo. Por ejemplo, lo que hacen los médicos cuando quieren curarte es definir lo que tienes. Lo llaman diagnóstico, porque no pueden llamarlo “nombrar la enfermedad” porque eso no sería profesional.
Así cuando digo que entre 1.992 a 2.001 hubo una energía que era diferente a la anterior, lo que hago inmediatamente es identificarla llamándola “período del cambio magnético de la Tierra” y es de esa forma que el cambio queda definido.
Cuando te digo que desde 2002 a 2012 fue el período de los Dragones, pasa lo mismo. A ese le siguen períodos como el de “Sembradores” (2.013 – 2.020) o el de “Observadores” (2.021 – 2 .033), lo que implica que cada uno de esos períodos tienen su propia energía, definible, identificable y útil para tus cosas.
Al identificar logras poder manejar
Y aquí viene lo bueno de nombrar: al hacerlo te separas porque aceptas y te adaptas a lo que ves; eso está implícito. Es como cuando llamas a alguien que conoces por su nombre: lo haces porque le aceptas y te adaptas a que existe, a que está ahí, como algo diferente de ti. Pues esto es igual.
Y ahora Te lo cuento todo a la de una, para que no te quede duda: no solo pones un nombre al cambio, sino que además lo haces al aspecto de esa energía que puedes manejar, chequear, inspeccionar y a la que puedes sacarle información.
¡Tu cabeza va a estallar, eh!
Vamos a ver un ejemplo completo, para que no des más vueltas: durante el período que llamamos “de cambio magnético de la Tierra” a la energía de ese período que podríamos utilizar la llamamos Kryon; ese es el nombre que le pusimos a la energía con la que podíamos conectar.
Sencillo ¿no? Nombras al periodo y a su energía “útil”, a la que también debes ponerle nombre.
Durante el período de los Dragones, a esa energía le llamamos “Dragones”. Durante el período de Los Sembradores les llamamos “Gigantes” y en este de los Observadores, que estamos viviendo ahora, la llamamos “Cuidadores”.
¿Lo vas pillando? Necesitas nombrar a la energía que te puede ayudar o no podrás ni empezar.
Así que cuando te digo Observadores, me refiero a todo el período, desde 2.021 a 2.033, pero un Cuidador es el aspecto de ese período que puede ayudarte, al que puedes manejar y utilizar para mejorar tus resultados.
Puedes trabajar con él porque es más cercano, por eso también le imaginas como persona. Eso es lo que lo hace más humano, más emocional y más mental; lo hace más parecido a ti.
¿Y el Mundo Paralelo?
Pero luego resulta que tú eres homo sapiens y tu cabeza necesita acotar las cosas, porque así funciona tu cerebro. Así que para poder sacar buen provecho a las facultades de tu mente necesitas referenciar todo. Tu cerebro necesita medidas y mesura o terminaría vuelto loco.
No puedes, por tanto, imaginar que un Cuidador “cuida de ti” si no hay un lugar donde hacerlo, porque eso no es congruente para tu mente. Los Cuidadores necesitan un mundo en el que vivir y, como necesitas algo cercano, no te sirve imaginar un mundo alienígena. Necesitas un Mundo Paralelo, que es como un “doble” del nuestro, lo que lo hace más fácil.
¿Y las rutas? ¿Qué son?
Literalmente son lo que son: un itinerario, un camino que te lleva a un lugar específico. Tal como sucede y lo haces en este planeta, en el Mundo Paralelo las cosas no están todas juntas, en un mismo lugar ¿Qué puede tener de atractivo encontrar la Torre Eiffel, el Taj Mahal y la pirámide de Guiza en la misma calle? ¡Pues nada!
Pero entonces ¿Cómo puedes ordenar todo y no perderte? Muy sencillo: identificando a dónde vas. Si estás en el aeropuerto de Madrid y quieres ir a Ciudad de México no tomas el avión a Bombay, ¿no?
Así que toma nota: en nuestro trabajo solo hay tres rutas disponibles, porque el nuestro es un aeropuerto pequeño y muy exclusivo:
Ruta Autoestima, que tiene que ver con lo más personal, tu cuerpo y con desarrollar tu vida interior y tu liderazgo; utilizamos tu Casa de la Autoestima y la técnica Conecta para ello.
Ruta Economía, que tiene que ver con gestionar tus recursos y aprender a controlar las circunstancias externas a ti y utilizamos a la Cueva de I’yotz para ello, que es lo que hacemos en el curso MME22.
Ruta Tiempo, que tiene que ver con la magia y lo imposible. Esta ruta solo la trabajaremos presencialmente.
Claro que, mientras más practiques, ese mundo imaginado tomará su propia vida en tu cabeza y llegará a ser diferente a éste, si así lo quieres.
Pero eso te llevará tiempo porque necesitas dejar que tu mente cree las formas que necesita para que eso suceda y mientras tanto, en lugar de darle vueltas creando algo difícil y descontrolado, comienzas imaginando un mundo que ya conoces, con rutas accesibles y que luego evoluciona.
Nuestro próximo trabajo, de la Ruta Economía, comienza el domingo 2 de enero de 2.022
Mejorar Mi Economía 2022
Durante todo el año 2.022 vamos a trabajar los efectos del cambio en tu economía de forma constante y placentera.
Si ya tienes una una suscripción de pago no tienes que hacer nada. Si tienes una gratis, tendrás que pasarte a una de pago.
El grupo de Telegram de este trabajo estará disponible desde el 03 de diciembre de 2.021
La agenda parcial del 2.022
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