Resumen
Éste es un email divertido con una idea muy clara, que es que imaginar es crear en tu mente.
Cuando imaginas representas algo o alguien en tu mente a partir de idear, inventar, concebir, planificar, proyectar o crear ideas que, antes de imaginarlas, no estaban juntas en tu cabeza.
Lo haces conjeturando, deduciendo, suponiendo, previendo, sospechando, figurando, recelando, o incluso presintiendo.
Y la razón por la que lo haces es que, como ser humano, necesitas poder reproducir cosas por medio de imágenes, creando una representación sensible, creíble y congruente en tu cabeza de ellas, para comprenderlas.
Imaginar es sencillo y, cuando lo haces conscientemente, es muy divertido y placentero.
Representar
Cuando cierras los ojos e imaginas a un elefante, éste debería aparecer en tu cabeza. Puede que al principio no suceda, si tienes tiempo que no te pones a ello. No es que no sepas, pero suele suceder que, de niños, se nos educa a imaginar de ciertas formas, concentrando nuestro pensamiento en las cosas que son las importantes en la vida.
Claro que quien decide lo que es importante, cuando eres niño, son los mayores. Así que aprendes de ellos, te guste o no, lo quieras o no, lo aceptes o no. Y ahora aquí estás, tratando de imaginar un elefante. Desde luego que eso que aparece en tu cabeza no es uno de verdad, pero podrías mejorarlo, cosa que te vendrá bien como ejercicio.
Para hacerlo debes empezar por entender una cosa básica, que es una tontería. El elefante en tu cabeza es una representación, y para mejorarla tienes que darle vida. Entonces te ideas que no está solo, sino que es una hembra y que tiene una cría. Te inventas que está en la sabana, aunque nunca hayas estado allí. Concibes un plan, porque ese bicho tiene que comer, beber y amamantar a su cría y, para rematar tu recién adquirida locura controlada, les humanizas a ambos. Le pones gafas a la madre, y el elefantito, jugando, se llena de barro y ella le echa la bronca, porque hay que educarlo.
Hacer
Desde luego que todo esto te tomará tiempo, a menos que ya tengas cierta práctica con esta capacidad de poner a tu mente a delirar de forma divertida, con una elefanta que usa gafas y tiene un hijo que bien podría ser el hermano gemelo de Daniel el travieso. Pero ese es solo el comienzo. La cosa se pone más divertida, imaginariamente hablando, cuando pasas a la acción.
Se trata, en esta siguiente fase, de imaginar a la elefanta conjeturando que, si su hijo se emparejara con la hija de su amiga la elefanta María, las crías serían enormes, fuertes e inteligentes. Así que, cuando ve a su hijo haciendo el tonto metido en el barro, lo llama al orden. Nuestra elefanta con gafas deduce que el chiquillo debe dar una buena imagen, y supone que no estar perdiendo el tiempo, jugando, le dará ventaja dentro de la manada.
Nuestra elefanta prevé un buen futuro para su hijo y sospecha que otros pequeños pueden, también, estar interesados en la hija de María. Así que imagina, sin cesar, que su hijo termina con la chiquilla, y recela de todas las otras amistades de la pequeña, presintiendo que la decisión final no está lejos.
El “por qué”
Claro que tú te preguntarás el por qué una mujer de piel gruesa, tan fuerte, enorme y con gafas, como nuestra elefanta, se preocuparía por semejantes cosas. Pero tienes que entender que en el mundo de los elefantes hay que escoger una buena pareja, algo estable y perdurable, que dure toda la vida si es posible.
Como los lazos que les unen son fuertes, basados en la lealtad y en la dedicación mutua, es importante que el hijo de nuestra elefanta demuestre que es capaz, desde pequeño, de cuidar a sus futuras crías, de estar dispuesto a cooperar y de ser capaz de ir a buscar alimentos y protección.
Por eso, el verle jugando en el barro, llenándose de cuanta basura existe y poniendo nombres a cuanta figura imaginaria se forma en su piel, cuando el barro se seca, es inaceptable. Teme, en el fondo, que termine siendo uno de esos elefantes artistas, que buscan el buen rollo con otros animales y que disfrutan del amanecer y del atardecer, viviendo de forma bohemia.
Y esto ¿para qué sirve?
Ya ves que nuestra elefanta tiene toda una vida, creada en tu mente, imaginando. Y lo importante no es la elefanta y su vida, sino que seas capaz de desarrollar la práctica de imaginar mundos completos, de una sola tirada. Imaginar así es algo que debería ser dominado por cualquier persona que quiera desarrollar su espiritualidad, dado que el mundo al que quiere acceder no está en lo físico.